martes, 25 de septiembre de 2012

Una nueva ronda de reformas electorales provinciales.

En Espacios Políticos, año 13, nº 8, Buenos Aires, ISBN 1853807x, págs. 55 y 56, agosto de 2012. Los cambios en las reglas del juego electoral para la selección de candidatos y gobernantes, producidos en la última década, no sólo afectan la política partidista sino que también reflejan la política partidista (Freidenberg, Alcántara Sáenz, 2009, 13). Al ser tomada la decisión de modificar el sistema electoral, o una de sus partes, las distintas fuerzas políticas incluyen una evaluación de los costos y los beneficios que ese cambio podría implicarles. Así, buscan utilizar en su provecho, hasta las últimas consecuencias, los nuevos mecanismos electorales. Duverger señala que el sistema de partidos es el reflejo de las tradiciones y de sus fuerzas sociales por lo cual la influencia de los sistemas electorales puede ser contrarrestada por estos factores básicos. Por ello la relación entre las normas electorales y los sistemas de partidos no es mecánica ni automática. Un régimen electoral específico es producido a partir de las disputas en la política partidista, pero además éste no reproduce o produce necesariamente un sistema de partidos específico (Duverger, 1988, 14). El sistema de partidos se convierte en un nexo entre las instituciones, la historia y las estructuras sociales (Nohlen, 1996, 21). Esto es lo que hace que las instituciones electorales puedan ser utilizadas incluso para mantener con vida a partidos y coaliciones muertas así como impedir o promover el ascenso de nuevas fuerzas electorales al gobierno. (Calvo y otros, 2001, 58). De esto da cuenta la reiteración de los cambios electorales de nuestro país y en las provincias. Esto se produce porque, aunque los votos de cada ciudadanos tienen un mismo valor, los sistemas que traducen esos votos en representantes pueden generar que, ponderados, ellos no tengan la misma cuantía. Al estudiar estas interacciones se debe poner atención a los procesos de selección de los candidatos en la escala provincial, es decir, al modo en que se decide quién será el encargado de representar al partido y la manera en que esa acción se pone en práctica. Pero no se debe olvidar que al describir un sistema de selección de candidatos de partidos sub nacionales, es necesario también entender la articulación que se establece entre esta escala y los niveles superiores de competencia en los que participan los partidos políticos nacionales. Además se debe recordar que esta interacción puede traer consecuencias en el balance de fuerzas que los cambios en la escena sub nacional proyectan hacia los otros niveles. Esta situación se produce en contextos en los que cada provincia elige a los representantes con distintos sistemas electorales y cada una de ellas tiene sus propias autoridades electorales. Esta alta diversidad contrasta con la estable distribución de casi dos tercios de provincias pertenecientes al justicialismo desde 1983 y con otras gobernadas por el radicalismo o por partidos provinciales o alianzas durante todo ese lapso o en gran parte del mismo. Esto permite destacar que las diferentes arquitecturas institucionales son controladas por el partido que define la agenda de la reforma y la implementa, así consolida su lugar de preponderancia política. De esta manera las reformas electorales provinciales han actuado y actúan como formas de impedir o reducir el surgimiento de nuevos competidores políticos, tanto fuera como dentro del partido de gobierno (Calvo y Micozzi, 2003, 3). Este conjunto de medidas llevan a que los niveles de competencia partidaria provincial desde 1983 fueran bajos, y el número efectivo de partidos en sus legislaturas extremadamente bajo, con lo cual el estudio de los sistemas partidarios de las provincias confirma escenarios más rutinarios y no tan problemáticos (Calvo y Micozzi, 2003, 14). La boleta única. Estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta al momento de analizar la sanción y la implementación de la boleta única. En este caso se legisla sólo una pequeña fracción de las cuestiones que definen el sistema electoral. Esto debe ser señalado dado que algunos líderes políticos, académicos, periodistas o ciudadanos, culpan a uno u otro aspecto del sistema electoral como las causas de la crisis de representación o de las estructuras partidarias. No obstante, estos cambios deben ser entendidos en el contexto que configura la totalidad del sistema electoral, ya que aún una variación menor o parcial debe interactuar con el conjunto de la normativa constitucional y electoral existente. Como ya hemos señalado, entre los argumentos favorables o desfavorables se destacan algunos que refieren directamente a la boleta única, mientras otros se relacionan con otros aspectos o diferentes momentos del sistema electoral. Entre estos últimos se encuentra el argumento de la transparencia, del buen funcionamiento de las instituciones, de la seriedad y del respeto a la voluntad popular. Con relación a esta justificación es importante decir que estos “atributos” exceden a la singular experiencia de la boleta única ya que todo sistema electoral debe poseerlos, y si así no lo hace se vuelve fraudulento. Otro argumento indica que el mecanismo es superador gracias a que el diseño, la impresión, la distribución y la manipulación de las boletas es responsabilidad del Estado. Sin embargo, también sería posible con las denominadas boletas sábanas horizontales. Sí produjo un avance muy importante en la transparencia del manejo de los fondos públicos ya que impide la utilización del aporte oficial de dinero para la impresión de las boletas como mecanismo de financiamiento partidario espurio. Esta no es una virtud de la boleta única, sino de un cambio en la forma de financiar la impresión de los votos. Con relación al hurto, el faltante, o la adulteración de boletas, se ha sostenido que el acto electoral se torna más fácil de fiscalizar ya que los partidos no tienen que estar controlando esas prácticas. No obstante estas acciones pueden ser remediadas por la acción de las autoridades de mesa y de los partidos políticos sin la aplicación de este nuevo mecanismo. A esta discusión se debe adicionar el argumento esgrimido por los sostenedores de la boleta única que consideran que su utilización evita la manipulación y presión a los electores, el intercambio de votos por favores, especies o el denominado voto cadena. Sin embargo, las experiencias analizadas, como las decisiones de las autoridades electorales provinciales, han mostrado que su utilización no impide las prácticas clientelares. Entre ellas, se cuenta la posibilidad de fotografiar la boleta con un teléfono celular con lo cual la relación clientelar puede continuar por las nuevas tecnologías que permiten “garantizar” el voto. Otra acción promovida por activistas políticos es la de entregar un papel para colocar debajo de la boleta única en el cual queda registra la marca que se realiza en la misma. A pesar de los debates y críticas, la legitimación obtenida en las primeras pruebas realizadas fue muy importante con una aceptación generalizada del mecanismo por parte de los ciudadanos. Por ello las autoridades electorales sostienen que nadie se arrepiente del cambio, que no hay marcha atrás y que sanea el modelo de sufragio. Una cuestión de fundamental importancia en el debate fue el de impedir o garantizar el voto arrastre horizontal. Aquí las opciones tomadas provincialmente no adoptaron el mismo camino. O favorecer el sistema de partidos en la dinámica provincial o garantizar la territorialización departamental, municipal o comunal de las decisiones electorales. El argumento destacado por los opositores al nuevo mecanismo es el de la personalización de la política. Cabe aclarar que dicho fenómeno no es una particularidad de la boleta única, sino que es una característica de la política de nuestros tiempos. No obstante las decisiones pueden inducir una tendencia mayor o menor en ese sentido. Esta crítica comienza con la inclusión de la foto de los principales candidatos en la boleta, pero también la podría tener la lista sábana en la que se resaltan los nombres. Otro de los argumentos utilizados es la aparición de outsiders de la política pero ello no es una novedad en la política argentina, en la cual los partidos políticos han recurrido en muchas oportunidades a esas figuras públicas para capitalizar políticamente su conocimiento popular. Lo que ha sido destacado por los diferentes candidatos y partidos políticos es que el nuevo mecanismo ha inaugurado es una nueva manera de hacer las campañas electorales. Lo que no puede resolver la boleta única es el aumento del desconocimiento de las candidaturas de la llamada sábana vertical, es decir los candidatos que no aparecen en la boleta. Por lo dicho esta forma de votación no atenta necesariamente contra el histórico control de las fuerzas partidarias sobre la selección de sus candidatos, ni es una expresión de su fragmentación. Las respuestas a estas cuestiones deben ser buscadas en otro lado. Sin embargo, en contextos de alta fragmentación partidaria, un reforzamiento en la tendencia a la personalización acrecienta los efectos sobre el sistema de partidos. Retomando argumentos. Es necesario volver a las palabras de Nohlen cuando nos recuerda la centralidad del sistema de partidos y cómo este no es tratado como una variable independiente sino que se lo subsume como una variable cuya conformación depende de las instituciones (Nohlen, 1996, 21). De esta manera, las características del sistema de partidos de cada provincia es un factor decisivo respecto de las decisiones y los resultados que exhibe la implementación de las reformas electorales y la boleta única. La misma heterogeneidad histórica de cada sistema político y sus actuales disputas plantea la existencia de variables mucho más determinantes que una sola institución electoral. Como aclara Nohlen los efectos y los resultados de sistemas electorales son multifactoriales, de esta forma, si bien se reflejan en resultados globales estos no traducen toda la complejidad que se aloja en la representación. Estos resultados dependen de si los partidos políticos responden a las condiciones de éxito tacitas en dicho sistema electoral. Pero también los cambios en las condiciones objetivas y subjetivas de un sistema político producen variaciones en los sistemas electorales. En otras palabras, estos no son estáticos ni a históricos. Concluyendo con Nohlen, “…no existe un sistema electoral óptimo del que puedan aprender todos, pues los sistemas electorales son respuestas técnicas y políticamente aceptables solo bajo ciertas condiciones históricas y de consenso, de conflicto, de cultura y legitimidad”. Por ello la “aplicabilidad de un sistema electoral no obedece, entonces, a cuestiones de calidad y técnica tanto como a las cuestiones de poder. Decidiéndose su forma y funciones en relación a los puntos de vista que tiene las diferentes fuerzas políticas” (Nohlen, 2009, 4). Rosario, agosto de 2012. Bibliografía Calvo, E., Szwarcberg, M., Micozzi, J. P. y Labanca, J. F. (2001), “Las fuentes institucionales del gobierno dividido en la Argentina: sesgo mayoritario, sesgo partidario y competencia electoral en las legislaturas”, en Calvo E., Abal Medina, J. M. (h.), (editores): El federalismo electoral argentino. Sobrerrepresentación, reforma política y gobierno dividido en la Argentina, INAP-EUDEBA, Buenos Aires. Calvo, E. y Micozzi, J. P. (2003), “Defendiendo la Gobernación: crisis política, reformas reactivas y supervivencia política en las provincias argentinas”, trabajo presentado en el VI Congreso Nacional de la Sociedad Argentina de Análisis Político, Rosario, 5 al 8 de noviembre. Duverger, M. (1988), “La ley de Duverger: cuarenta años después”, en Duverger, M. y Sartori, G., Los sistemas electorales, Cuadernos del CAPEL, Nro. 27, San José de Costa Rica. Freidenberg, F., Alcántara Sáenz, M., (2009), “Selección de candidatos, política partidista y rendimiento democrático: una introducción”, en Freidenberg, F., Alcántara Sáenz, M., (comp.), Selección de candidatos, política partidista y rendimiento democrático, Tribunal Electoral del Distrito Electoral, México. Nohlen, D., (1996)La trilogía: sistema de gobierno, sistema electoral y sistema de partidos, IIDH/CAPEL, 3ª Conferencia de la Unión Interamericana de Organismos Electorales, México, julio. Nohlen, D., (2009), Sistemas electorales fundamentos y alcances, http://dspace.universia.net/bitstream/2024/209/1/Sistemas+electorales+fundamentos+y+alcances.pdf.