miércoles, 18 de octubre de 2017

El debate de candidatos a diputados nacionales de Santa Fe. Cada cuál atiende su juego.

            El domingo por la noche, durante dos horas, los televidentes de los canales de televisión abierta más el de cable de la Provincia de Santa Fe nos entregaron el intercambio de opiniones y posturas entre los cinco primeros candidatos a diputados nacionales (en cantidad de votos en las PASO) que competirán este 22 de octubre para ocupar nueve lugares en la Cámara de Diputados de la Nación. Ellos fueron, por orden de sorteo de exposición del primer bloque, Agustín Rossi (Frente Justicialista); Albord Cantard (Cambiemos); Jorge Boasso (Unite); Diego Giuliano (Proyecto Santafesino Un País); y Luis Contigiano (Frente Progresista Cívico y Social).
            Se esperaba un debate que colocara los principales temas de la agenda pública de la provincia hasta, al menos, la próxima elección del año 2019. Sin embargo, en general cada uno atendió a su juego.
            La mecánica de las exposiciones constaba de rondas de dos minutos por bloque de temas para cada uno, a lo cual se agregaba una nueva ronda de un minuto más en el que podían responder cuestionamientos y por último treinta segundos finales en los que agregaban o aclaraban algunas de las ideas planteadas.
            El manejo del tiempo por parte de los candidatos, incluso algún que otro excedente de segundos que quedaban sin ser utilizados, mostró la pulcritud en la preparación de las participaciones, que se aferraban a sus estrategias en las cuales la informalidad y la espontaneidad también eran fríamente calculadas. El libreto era algo que no podía ser abandonado en ningún caso. Por ello participamos de distintas exposiciones. No de un debate.
            Los cuatro bloques propuestos fueron: 1. Coparticipación económica, obras, cuentas públicas; 2. Seguridad ciudadana; 3. Educación, salud, desarrollo social; y 4. Economía, empleo, producción.
            En el inicio los candidatos pudieron presentarse durante un minuto. En ese tiempo ya se pudieron entrever las estrategias que seguirían durante las horas siguientes.          En el caso de Rossi sus principales intereses expositivos se centraron en su pertenencia al Partido Justicialista y a su defensa de sus referentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Aquí destacó su trayectoria y participación en el gobierno kirchnerista. Sin embargo, consciente de la debilidad que ello le podía acarrear en un electorado peronista no kirchnerista, enfatizó y destacó a su compañera de lista, Alejandra Rodenas, ya que espera que sus votantes en la PASO continúen apoyándola en los próximos comicios. La recurrente enunciación del nombre de Rodenas durante el inicio de cada exposición (ningún otro candidato nombró a los demás compañeros de la lista) muestra el temor de que una parte importante del voto que obtuvo su contrincante dentro del peronismo se deslice a la candidatura de Giuliano u otros espacios políticos. Una ausencia clave en el desarrollo de la contienda en los últimos meses fue la del dirigente nacional Omar Perotti.
            En el caso de Cantar, más allá de sus pertenencias institucionales previas como Rector y como Secretario de Política Universitaria, eligió centrarse en el “clásico” discurso de Cambiemos nacional y en la reivindicación del Presidente Macri, tratando de no salir del libreto establecido. La nacionalización de la campaña estuvo en el foco de su presentación, lo cual fue objeto de críticas de los otros candidatos que lo acusaron reiteradamente de “levanta manos” o de desentenderse de la provincia. El constante repaso de sus papeles le hacía quitar la vista de la cámara perdiendo efectividad argumental.
             El candidato Boasso buscó desde el inicio posicionarse como la mejor expresión del Presidente Macri en la contienda, incluso más que el propio candidato oficialista. Recordemos el veto político que se estableció para que pudiera participar de la propia PASO de Cambemos. Por ello, desde un primer momento optó por una estrategia agresiva en la cual pudiera centrar el debate en sus comparaciones entre cambio y pasado. Sin embargo, en su afán por diferenciarse y blandir críticas incisivas a los demás contendientes, minusvaloró la construcción de una agenda política focalizando en un discurso personalista. No en vano lo terminaron acusando de hacer teatro.
            Diego Giuliano utilizó sus antecedentes familiares para situarse como alguien que desde el peronismo y la “verdad” puede demostrar pertenencia a una organización como la Federación Agraria Argentina –FAA- (en un guiño a los sectores agropecuarios de la provincia), o la educación pública como motor del progreso. Su búsqueda fue la de posicionarse en un espacio comúnmente ocupado por el discurso clásico peronista, e interpelar a los sectores que habitan las numerosas pequeñas localidades de la Provincia.
            Por último Contigiani intentó destacar su perfil progresista aludiendo también en su caso a su pasado en la FAA, en el cooperativismo, como en aquellos sectores ligados a la producción y el federalismo. Siempre la idea de un modelo santafesino actuó como ariete que le permitiera quebrar los demás discursos. Colocar al FPCyS en el lugar de la innovación y el desarrollo en Santa Fe. No obstante, esto también se convirtió en varias oportunidades en su principal debilidad.
            Al exponer los ejes temáticos, encontramos que cada uno de los expositores desplegaron estrategias diferentes. Rossi no se preocupó por contestar las objeciones de sus contrincantes. En algunas oportunidades, Cantar siguió también este camino cuando los señalamientos lo apartaban de su objetivo discursivo. Contigiani defendía la bonanza del “modelo Santa Fe”, Boasso atacaba a los demás por falsos o pusilánimes y Giuliano se posicionaba en el lugar del peronismo no kirchnerista.
            En el desarrollo del primer eje tres fueron los temas constitutivos: la obra pública, la deuda de la Nación a la Provincia y la corrupción. Desde ya que los alineamientos se modificaban cuando se establecía un eje oficialismo- oposición. Oficialismo provincial vs. oposición provincial; oficialismo nacional vs. oposición nacional; ex oficialismo nacional vs. ex oposición nacional. Los méritos y los deméritos se intercambiaban según el expositor. Quién y cuándo hizo (no hizo) las obras, la Nación o la Provincia; de dónde surge la deuda de la Nación a la Provincia, por qué no se paga y qué van a hacer con el dinero si lo hacen; qué grado de corrupción (o de honestidad) implican cada una de estas políticas.
            En este eje, como en todos los demás, se deslizaron permanentemente observaciones, críticas o señalamientos que parecían desconocer la división vertical  de poderes en el país entre nación, provincias, municipios y comunas. Con lo cual se proponían políticas o denuncias que difícilmente puedan motorizarse desde la Cámara de Diputados de la Nación. El caso más emblemático fue cuando Rossi acusó a Cambiemos de ir por la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Santa Fe, que es claramente una materia provincial, no nacional.
            En el segundo eje sobre la seguridad, los problemas se centraron principalmente en los delitos, la policía provincial, las bandas, las fuerzas federales y el sistema judicial. Aunque a ello se suma que tanto Rossi como Boasso dieron algunos segundos (más el primero) al problema de los femicidios.
            Este eje fue en el que más relevancia se le dio a otras figuras de la política nacional como forma de impugnar los dichos de los demás. Boasso recordó a Milani abrazado a Rossi; Giuliano a Berni y el accionar frustrado de las fuerzas federales en Santa Fe, Contigiani a Aníbal Fernández, Cantar al robo de armas cuando Rossi era Ministro y a Milani. Rossi no contestó ninguna de estas alusiones.
            Cada cual buscó colocar la culpa en alguien en particular. Boasso en Rossi y Contigiani; Giuliano en el “desastre” socialista y en el kirchnerismo; Rossi en la falta de conducción de la policía de los gobiernos del FPCyS y la represión social del macrismo –donde introdujo el tema Maldonado; Cantar en los socialistas que “no hicieron nada” y en el descontrol kirchnerista. En el caso de Contigiani optó por repasar las estrategias y acciones del gobierno provincial en el tema no excluyendo a las políticas sociales. No obstante definió a las políticas de seguridad como un producto que lo logran “todos juntos” donde “unidos damos respuesta”. Por supuesto, los demás candidatos no aceptaron compartir la responsabilidad tal como les proponía el representante del gobierno provincial.
            Al abordar el eje sobre Educación, salud y desarrollo los candidatos tuvieron un nuevo orden de exposición. En esta oportunidad Giuliano nuevamente buscó colocarse en el espacio discursivo peronista (incluso haciendo referencia a Perón), así criticó al kirchnerismo por el tratamiento de la pobreza, y promovió la industrialización. Por primera vez nombra al Frente Renovador que lidera Sergio Massa. Contigiani se centró en las políticas de salud y educación insistiendo en que Santa Fe es un modelo para la Nación y aprovechó para criticar a Rossi por el veto del 82% móvil a los jubilados del kirchnerismo y al macrismo, que según el candidato, lo va a quitar. Para Rossi, los puntos a criticar fueron la inflación del macrismo (al que ya había calificado como neoliberal), la pobreza, la diferencia creciente entre ricos y pobres y el entender a los problemas de la Argentina como producto del costo laboral. Su manera de presentar el aumento del costo de los bienes de consumo fue efectiva pero, seguro de su estrategia, declinó de contestar las críticas que se le hicieron. Cantar insistió en presentar el discurso nacionalmente desplegado por Cambiemos en el cual compartió los datos y cifras que el gobierno nacional busca hacer conocer a la ciudadanía sobre el curso de la economía. Boasso, por su parte, atacó duramente a Rossi, Contigiani y a Giuliano, lo que llevó a que lo calificaran irónicamente como en “mejor defensor de Cambiemos”.
            En el último eje propuesto los candidatos se abocaron a la economía El ahora enfático Contigiani colocó a la industrialización, el proteccionismo, las pymes y las empresas recuperadas como eje de su exposición, por ello presentó la necesidad de la reforma financiera y la subordinación del mercado al “bien común”. Rossi buscó mostrar la existencia de una economía provincial desbastada en los diferentes rubros productivos a lo que sumó el problema del creciente endeudamiento del país. A pesar de ello, este fue el momento en el cual su discurso se hizo menos fluido a lo largo del debate perdiendo consistencia. Para Cantar la oposición entre “falso relato” y economía reflejó el paso del kirchnerismo a Cambiemos. Nuevamente la campaña oficial fue expuesta ente los televidentes. Boasso se situó en el lugar ya común de la defensa de las pymes, de la reforma impositiva, de la exención de ganancias a los salarios, pero sumó dos temas diferenciándose de los otros expositores, por un lado el debate de la coparticipación al interior de la provincia con los municipios y las comunas, por otro la protección animal. Por último Giuliano se posicionó junto al tándem Massa, Grandinetti y los Lavaña como criterio de autoridad de sus afirmaciones, por ello circunscribió sus posiciones a los debates sobre los fletes, el impuesto a las ganancias y el control de las importaciones.
            Así, los tres temas que mayores discusiones generaron fueron la “desconocida” reforma laboral del gobierno nacional, las idas y vueltas (con ataques cruzados) entre provincia y nación por los aportes a la lechería y los aumentos de la energía en la EPE que acompañó la lógica del macrismo.
            |En las conclusiones importaba aún menos escuchar a los demás. Boasso insistió que el cambio no es propiedad de nadie y enfocó su crítica en la corrupción del “club de los fanáticos kirchneristas” entre los que colocó a Rossi, De Vido y Kicillof, y a los que enfrenta el presidente Macri. Giuliano también relacionó a Rossi con la corrupción del gobierno anterior, solicitando que la ciudadanía le “prestara” el voto para que desde el peronismo pudiera construir una alternativa junto a Massa, Urtubey y Schiaretti. Rossi continuó sin respuesta a las objeciones que le realizaban, y optó por definirse como el defensor de los que menos tienen, además propuso el congelamiento de las tarifas. Para que no queden dudas, creyó conveniente recordar una vez más a su compañera de lista Alejandra Rodenas. Cantar insistió en el enfrentamiento entre dos países y cómo el actual gobierno nacional había desactivado un conjunto de políticas como las retenciones al agro y el cepo cambiario. Contigiani cerró la participación diferenciándose de los “bolsos” y de la “Casa Rosada” buscó contagiar a los televidentes con un enfático “reaccionemos”. No está claro a quién se refería, a los ciudadanos, a su propia lista, a sus seguidores y militantes, a Bonfatti luego de las declaraciones sobre Hitler y Macri de la semana anterior.

Rosario, 18 de octubre de 2017.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Lo que es la ciencia - Nueve Reinas- Radio UNR

Participación en el programa de Radio UNR, Lo que es la ciencia- Temporada de película Nueve Reinas, conducido por Juan Ignacio Isern, (sábado 23 , 10,00 a 12,00 hs.). La corrución.

martes, 15 de agosto de 2017

El diario que escribió una página memorable en el periodismo nacional

Perfil, 5-8-17, pág. 59
“El Herald –escribí- ‘es un pequeño diario de circulación reducida, escrito en un idioma que sólo una minoría entiende. Las causas que defiende son moderadas y sus ideales son comunes. Le gustaría que se pusiera fin a la tortura, al encarcelamiento por largos períodos sin juicio, a las desapariciones, y al gansterismo político. Prefiere la legalidad a la anarquía, la realidad a la ilusión, el argumento razonado a las diatribas emocionales. Propicia políticas económicas similares a aquellas que han llevado la prosperidad a los países desarrollados, en vez de las que han ayudado a mantener la pobreza en las restantes naciones. En la mayor parte del mundo occidental, un diario de principios tan poco excepcionales despertaría escasa atención y suscitaría pocas pasiones. Aquí en cambio, ha provocado en algunas personas tanta furia que evidentemente contemplan la posibilidad de recurrir al asesinato para silenciarlo. ¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué nos temen tanto?”
James Neilson
Director
Buenos Aires Herald

Diciembre de 1979

martes, 11 de julio de 2017

"La debilidad de los partidos coloca a las Paso en crisis, no el sistema en sí"

La Capital Lunes 10 de Julio de 2017, pág. 8.
Gastón Mutti | Bío | Licenciado en Ciencia Política, docente e investigador de las universidades nacionales de Rosario y de Entre Ríos (UNR y UNER).
por Walter Palena

La posición esquiva a la competencia interna, en un contexto de candidatos disgregados, más el alto costo que debe pagar el Estado, ponen a las Paso en el centro del debate político sobre su utilidad como sistema para seleccionar postulantes de partidos o frentes que irán a una elección general. "Creo que la debilidad de los partidos políticos es la que coloca a las Paso en crisis, no el propio sistema en sí", opina el politólogo rosarino Gastón Mutti, quien sostiene además que cualquier reforma que se haga al sistema de internas abiertas "podría herir de muerte el espíritu de la ley".
Mutti, profesor de la UNR, argumenta que las Paso son un "invento muy particular" dado que en ningún país del mundo existe un sistema en el que el Estado obliga, y de manera simultánea, a los ciudadanos a dirimir candidaturas de los distintos partidos. "Los espacios políticos prefieren no ir a internas porque creen que eso los debilitaría aún más", agrega el académico.

—Han aparecido en estas últimas semanas críticas al sistema de las Paso, que van desde su utilidad hasta el costo de la elección.
—Las Paso son un invento muy particular. Internas hay en gran parte de las democracias del mundo. Está el modelo europeo, que son internas que se realizan en el interior de los partidos, solamente con los afiliados o en congresos partidarios. Es el viejo modelo que teníamos. Está el modelo de Estados Unidos, que son primarias donde cada uno de los electores se anotan para participar y, aunque son abiertas, no son obligatorias ni simultáneas. La simultaneidad y la obligatoriedad son un invento argentino.
—¿Es decir que no hay ningún antecedente en otro país?
—En cuanto a la simultaneidad y obligatoriedad, no existe experiencia en ninguna parte del mundo. Menos aún que sea el propio Estado el que obliga a los ciudadanos a dirimir candidaturas entre los partidos.
—Eso tendría sentido si cada en cada partido hay más de un candidato.
—Desde ya. Pero tenemos que pensar que las Paso se introducen como legislación cuando la tendencia a no tener internas ya estaba muy firmemente consolidada en el país. Las Paso nacionales surgen recién en las elecciones de 2011, las Paso a nivel provincial surgen antes, en 2005. Antes de esto, los partidos preferían no tener internas. En las elecciones de 2003, Elisa Carrió no hizo internas, tampoco Ricardo López Murphy. El PJ fue a la elección general con tres candidatos: Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá. Solamente hubo una sola interna, muy poco concurrida, de los radicales, que llevaron la candidatura de Leopoldo Moreau.
"Los espacios políticos argentinos prefieren no ir a internas porque consideran que esa instancia los debilitaría aún más"
—Con el espíritu de las Paso desvirtuando, ¿sigue siendo un buen sistema?
—El problema que tienen las Paso es que traslada la decisiones de quienes son los candidatos de los partidos a una imposición del Estado a la ciudadanía. No coincido con ese modelo. Es verdad que la población ha demostrado tener una participación activa en las Paso y ha promovido la aparición de nuevas figuras que, tal vez, no tendrían cabida en una interna cerrada. Pero eso lo vemos más para las candidaturas en las legislaturas que en los cargos ejecutivos, donde las campañas son más personalistas.
—Las dos grandes referencias nacionales, Mauricio Macri y Cristina Kirchner, prefirieron no hacer internas sino listas de unidad. ¿Por qué razón?
—Porque en la práctica hay una cuestión fundamental. Tanto Macri como Cristina intentan que en sus distritos fuertes, como la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, no haya internas. Además, consideran que como las Paso pueden llegar a desgastar, esos frentes pueden tener más costos negativos por el desgaste que implica.
—Cristina llegó a decir que las Paso, para ella, eran perniciosas.
—Es paradójico porque ella, ocho años atrás, presentó las Paso como el instrumento que venía a oxigenar la política. Esa nueva legislación electoral tuvo que ver más con un problema coyuntural (cómo se dirimió la crisis del campo y las elecciones de 2009) que con la intención de renovar a la política argentina.
—¿Cuál es el principal déficit del sistema electoral?
—Está relacionado en que hay una debilidad de los partidos políticos que prefieren no usarla porque consideran que se debilitan aún más yendo a internas. Creo que la debilidad de los partidos políticos es la que coloca a las Paso en crisis, no el propio sistema en sí.
—¿Qué cambios se deben introducir para que sean más atractivas?
—Hoy el gran número de observadores no plantea que el criterio sea cambiar las Paso porque, probablemente, se las hiera de muerte. Tal vez habría que discutir la obligatoriedad y la simultaneidad.

martes, 28 de marzo de 2017

Violencia y política. Dos cartas elegidas para reflexionar sobre la década de los '70.

En los números 15 y 16 de la revista mensual de política y cultura La Intemperie, con sede en la provincia de Córdoba, apareció el testimonio de Héctor Jouvé. Al número 17 de la misma revista, Oscar del Barco envió una carta escrita a partir de la lectura del testimonio y a partir de la autocrítica de la propia experiencia. Esta carta abrió un debate durante 2004 y 2005 del que seleccionamos la participación de del Barco y de Luis Rodeiro.

Carta de Oscar del Barco
Al leer la entrevista con Héctor Jouvé, cuya transcripción ustedes publican en los dos últimos números de La Intemperie, sentí algo que me conmovió, como si no hubiera transcurrido el tiempo, haciéndome tomar conciencia (muy tarde, es cierto) de la gravedad trágica de lo ocurrido durante la breve experiencia del movimiento que se autodenominó "ejército guerrillero del pueblo". Al leer cómo Jouvé relata sucinta y claramente el asesinato de Adolfo Rotblat (al que llamaban Pupi) y de Bernardo Groswald, tuve la sensación de que habían matado a mi hijo y que quien lloraba preguntando por qué, cómo y dónde lo habían matado, era yo mismo. En ese momento me di cuenta clara de que yo, por haber apoyado las actividades de ese grupo, era tan responsable como los que lo habían asesinado. Pero no se trata sólo de asumirme como responsable en general sino de asumirme como responsable de un asesinato de dos seres humanos que tienen nombre y apellido: todo ese grupo y todos los que de alguna manera lo apoyamos, ya sea desde dentro o desde fuera, somos responsables del asesinato del Pupi y de Bernardo.
Ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay "causas" ni "ideales" que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano. Responsabilidad ante los seres queridos, responsabilidad ante los otros hombres, responsabilidad sin sentido y sin concepto ante lo que titubeantes podríamos llamar "absolutamente otro". Más allá de todo y de todos, incluso hasta de un posible dios, hay el no matarás. Frente a una sociedad que asesina a millones de seres humanos mediante guerras, genocidios, hambrunas, enfermedades y toda clase de suplicios, en el fondo de cada uno se oye débil o imperioso el no matarás. Un mandato que no puede fundarse o explicarse, y que sin embargo está aquí, en mí y en todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser sin ser. No un mandato que viene de afuera, desde otra parte, sino que constituye nuestra inconcebible e inaudita inmanencia.
Este reconocimiento me lleva a plantear otras consecuencias que no son menos graves: a reconocer que todos los que de alguna manera simpatizamos o participamos, directa o indirectamente, en el movimiento Montoneros, en el ERP, en la FAR o en cualquier otra organización armada, somos responsables de sus acciones. Repito, no existe ningún "ideal" que justifique la muerte de un hombre, ya sea del general Aramburu, de un militante o de un policía. El principio que funda toda comunidad es el no matarás. No matarás al hombre porque todo hombre es sagrado y cada hombre es todos los hombres. La maldad, como dice Levinas, consiste en excluirse de las consecuencias de los razonamientos, el decir una cosa y hacer otra, el apoyar la muerte de los hijos de los otros y levantar el no matarás cuando se trata de nuestros propios hijos.
En este sentido podría reconsiderarse la llamada teoría de los "dos demonios", si por "demonio" entendemos al que mata, al que tortura, al que hace sufrir intencionalmente. Si no existen "buenos" que sí pueden asesinar y "malos" que no pueden asesinar, ¿en qué se funda el presunto "derecho" a matar? ¿Qué diferencia hay entre Santucho, Firmenich, Quieto y Galimberti, por una parte, y Menéndez, Videla o Massera, por la otra? Si uno mata el otro también mata. Esta es la lógica criminal de la violencia. Siempre los asesinos, tanto de un lado como del otro, se declaran justos, buenos y salvadores. Pero si no se debe matar y se mata, el que mata es un asesino, el que participa es un asesino, el que apoya aunque sólo sea con su simpatía, es un asesino. Y mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente.
Más aun. Creo que parte del fracaso de los movimientos "revolucionarios" que produjeron cientos de millones de muertos en Rusia, Rumania, Yugoeslavia, China, Corea, Cuba, etc., se debió principalmente al crimen. Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara. No sé si es posible construir una nueva sociedad, pero sé que no es posible construirla sobre el crimen y los campos de exterminio. Por eso las "revoluciones" fracasaron y al ideal de una sociedad libre lo ahogaron en sangre. Es cierto que el capitalismo, como dijo Marx, desde su nacimiento chorrea sangre por todos los poros. Lo que ahora sabemos es que también al menos ese "comunismo" nació y se hundió chorreando sangre por todos sus poros.
Al decir esto no pretendo justificar nada ni decir que todo es lo mismo. El asesinato, lo haga quien lo haga, es siempre lo mismo. Lo que no es lo mismo es la muerte ocasionada por la tortura, el dolor intencional, la sevicia. Estas son formas de maldad suprema e incomparable. Sé, por otra parte, que el principio de no matar, así como el de amar al prójimo, son principios imposibles. Sé que la historia es en gran parte historia de dolor y muerte. Pero también sé que sostener ese principio imposible es lo único posible. Sin él no podría existir la sociedad humana. Asumir lo imposible como posible es sostener lo absoluto de cada hombre, desde el primero al último.
Aunque pueda sonar a extemporáneo corresponde hacer un acto de constricción y pedir perdón. El camino no es el de "tapar" como dice Juan Gelman, porque eso -agrega- "es un cáncer que late constantemente debajo de la memoria cívica e impide construir de modo sano". Es cierto. Pero para comenzar él mismo (que padece el dolor insondable de tener un hijo muerto, el cual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar) tiene que abandonar su postura de poeta-mártir y asumir su responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Su responsabilidad fue directa en el asesinato de policías y militares, a veces de algunos familiares de los militares, e incluso de algunos militantes montoneros que fueron "condenados" a muerte. Debe confesar esos crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad.
No un perdón verbal sino el perdón real que implica la supresión de uno mismo. Es hora, como él dice, de que digamos la verdad. Pero no sólo la verdad de los otros sino ante todo la verdad "nuestra". Según él pareciera que los únicos asesinos fueron los militares, y no el EGP, el ERP y los Montoneros. ¿Por qué se excluye y nos excluye, no se da cuenta de que así "tapa" la realidad?
Gelman y yo fuimos partidarios del comunismo ruso, después del chino, después del cubano, y como tal callamos el exterminio de millones de seres humanos que murieron en los diversos gulags del mal llamado "socialismo real". ¿No sabíamos? El no saber, el hecho de creer, de tener una presunta buena fe o buena conciencia, no es un argumento, o es un argumento bastardo. No sabíamos porque de alguna manera no queríamos saber. Los informes eran públicos. ¿O no existió Gide, Koestler, Víctor Serge e incluso Trotsky, entre tantos otros? Nosotros seguimos en el Partido Comunista hasta muchos años después que el Informe-Krutschev denunciara los "crímenes de Stalin". Esto implica responsabilidades. También implica responsabilidad haber estado en la dirección de Montoneros (Gelman dirá, por supuesto que él no estuvo en la Dirección, que él era un simple militante, que se fue, que lo persiguieron, que lo intentaron matar, etc., lo cual, aun en el caso de que fuera cierto, no lo exime de su responsabilidad como dirigente e, incluso como simple miembro de la organización armada). Los otros mataban, pero los "nuestros" también mataban. Hay que denunciar con todas nuestras fuerzas el terrorismo de Estado, pero sin callar nuestro propio terrorismo. Así de dolorosa es lo que Gelman llama la "verdad" y la "justicia". Pero la verdad y la justicia deben ser para todos.
Habrá quienes digan que mi razonamiento, pero este no es un razonamiento sino una constricción, es el mismo que el de la derecha, que el de los Neustad y los Grondona. No creo que ese sea un argumento. Es otra manera de "tapar" lo que pasó. Muchas veces nos callamos para no decir lo mismo que el "imperialismo". Ahora se trata, y es lo único en que coincido con Gelman, de la verdad, la diga quien la diga. Yo parto del principio del "no matar" y trato de sacar las conclusiones que ese principio implica. No puedo ponerme al margen y ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, o a la inversa. Yo culpo a los militares y los acuso porque secuestraron, torturaron y mataron. Pero también los "nuestros" secuestraron y mataron. Menéndez es responsable de inmensos crímenes, no sólo por la cantidad sino por la forma monstruosa de sus crímenes. Pero Santucho, Firmenich, Gelman, Gorriarán Merlo y todos los militantes y yo mismo también lo somos. De otra manera, también nosotros somos responsables de lo que sucedió.
Esta es la base, dice Gelman, de la salvación. Yo también lo creo.
Lo saludo.
Oscar del Barco


Carta de Luis Rodeiro
El número con que La Intemperie cerró el año 2004 estaba lleno de debates potenciales, que ojalá puedan darse porque de esta manera la revista habrá cumplido su principal objetivo. Y he escrito la palabra debates, aunque lamentándolo, porque como dice un amigo sabio, quizá no hayamos alcanzado en el amplio campo de la izquierda la madurez para el diálogo, que es mucho más rico que el debate. Por cierto, me incluyo en la primera fila de los inmaduros. El debate es una confrontación, que muchas veces es saludable y necesario brindar. El diálogo es un intento de construcción. El debate supone un adversario; el diálogo, requiere un compañero con el que tenemos un ―algo, pequeño o grande, en común. Ciertamente, no somos ángeles –tampoco demonios- y nuestras vidas están atravesadas por la historia personal y colectiva de cada uno, de sus opciones, de sus aciertos o desaciertos y ello siempre pone algo de pasión en lo que pensamos, decimos, justificamos, planteamos, defendemos. Sin duda, un intento de diálogo puede concluir en un debate, a pesar de todo, pero siempre requiere –creo- de una actitud inicial de cierta complicidad y apertura. Diálogo y debate son instrumentos con consecuencias distintas. En la última revista, por ejemplo, el excelente artículo de Diego Tatián sobre La Reforma Universitaria, no se propone un diálogo con Prudencio Bustos Argañaraz, sino lisa y llanamente una confrontación, porque parten de visiones distintas.
Tatián denuncia el modo de razonar de esa derecha que reivindica la jerarquía, la tradición, la autoridad, la herencia, la religión y el conservadurismo moral. Es un objetivo distinto al diálogo. Y está bien que así sea.
Héctor Jouvé, el amigo sabio (por intensidad de vida) que cito al comienzo, durante dos números consecutivos de La Intemperie, nos ha relatado en una larga entrevista la experiencia, por momentos desoladora, por momentos desgarradora, siempre valiente, honesta, transparente, del EGP, el Ejército Guerrillero del Pueblo, la patrulla de Massetti y del Ché en Salta. Sus temas nos deberían haber convocado al diálogo, nos deberían haber exigido un ejercicio de pensamiento crítico. Cada palabra de Jouvé está cargada de temas que la izquierda debe asumir y reflexionar. Sin embargo, produce la reacción de Oscar del Barco, a quien tanto debemos precisamente en esos menesteres del ejercicio del pensamiento crítico, para plantear ahora desde un fundamentalismo místico, desde fuera del mundo, del tiempo, de la historia, pero recuperando la palabra como puñal, la exigencia de una suerte de ―harakiri previo, que cierra con su condena toda posibilidad de diálogo. No se puede, no hay posibilidades de diálogo, cuando lo que expresa no es un razonamiento, como él mismo lo reconoce, sino un acto de contrición, que es una experiencia personal e intransferible de un particular estado espiritual, respetable como acto humano, pero que además se lo exige con desbordada violencia verbal a todos los protagonistas y no sé por qué razones no reveladas en especial al poeta Juan Gelman. El relato de Jouvé hubiera merecido mejor destino. El tema central de la violencia en la teoría y en la práctica de la izquierda merecía un marco de análisis más sereno, menos retórico. Tengo esperanzas todavía que nos animemos.
Pero no es todo. Porque a su vez, la decisión de la dirección de La Intemperie de publicar la carta de Del Barco, como un hecho natural de una línea editorial, pero cuyo texto circuló antes de la edición de la revista en ciertos medios intelectuales y de la militancia, principalmente porteños, que provocó una reacción de algunos compañeros y amigos que exigían censura real y hablaban de tratamientos psiquiátricos, como las de aquellos hospitales –digo yo- de triste memoria en la historia del socialismo. Actitud que en algunos incluía la amenaza –luego concretadas- de quita de apoyo publicitario y de distribución. Reaccionaban así, con fundamentalismo ―militante al fundamentalismo ―místico de Del Barco. El relato de Jouvé, que merecía el diálogo, quedaba otra vez a la vera del camino, provocando el debate airado: los harakiris versus los  tratamientos psiquiátricos.

Luis E. Rodeiro