jueves, 17 de noviembre de 2011

Separación de elecciones y construcción de mayorías. Estrategias provinciales y nacionales en la Provincia de Santa Fe.

Para ser publicado en El Estadista

En la Provincia de Santa Fe la constitución precisa que las elecciones para elegir cargos provinciales deben realizarse con al menos noventa días de anticipación a la asunción de las autoridades electas.
Este plazo que coloca las fechas máximas cerca de la primera semana de setiembre hace que los demás plazos electorales se fijen a partir de ella.
Con esta consideración podemos observar cómo los comicios santafesinos generalmente no han coincidido con los que se fijan en el nivel nacional. Debemos destacar que estas prescripciones constitucionales no alejan de nuestro análisis las motivaciones políticas.
Como se sabe el sistema electoral santafesino consta de un mecanismo de internas abiertas simultáneas y obligatorias para los partidos políticos y semi obligatorias para los ciudadanos, que incluyó en esta instancia la primera utilización provincial de la boleta única.
De esta manera se establecieron las dos compulsas electorales para los meses de mayo y julio. Cabe preguntarse por qué casi un mes y medio de anticipación con los plazos fijados normativamente. Además por qué no coincidieron (al menos la segunda vuelta) con la primaria establecida para la selección de cargos nacionales.
Una buena respuesta es que no conviene mezclar sistemas electorales donde se seleccionan por mecanismos distintos a los representantes.
Sin embargo quienes han venido estudiando estas prácticas en el ámbito provincial y hasta local saben que las motivaciones distan de ser meramente constitucionales, o educativas o de implementación. Sus fundamentos se deben encontrar en argumentos políticos.
Analicemos las motivaciones de los principales actores políticos provinciales. Empecemos por la coalición de gobierno.
El Frente Progresista Cívico y Social debía refrendar en las urnas por primera vez su continuidad en la Provincia. En ese sentido ya se conocía por medio de encuestas divulgadas la posibilidad de que un porcentaje de los propios votantes del frente de gobierno lo hicieran por la presidente en las elecciones generales. Por ello, conociendo el arrastre de votos que una campaña nacional podía traer, se prefirió separar las instancias electorales para no “contaminar” las tendencias del distrito.
No obstante ésta también fue una decisión que hablaba de las tensas relaciones al interior de la coalición de gobierno. Por una parte se discutía la posibilidad de una alternancia partidaria pactada con el radicalismo, la cual fue descartada por la línea binnerista del socialismo, como por otro se produjo la propia puja del partido del gobernador que culminó con la derrota del senador Giustiniani.
Además de estos acomodamientos locales y provinciales, con un radicalismo en condiciones de colocar un candidato “votable” a gobernador en más de una década, se debe analizar los vaivenes de las candidaturas nacionales.
Dos decisiones tensionaron el Frente Progresista que también lo llevaron a optar por diferenciar las elecciones provinciales de las nacionales. Ambas se cuajaron sobre finales de diciembre del año pasado y febrero del presente. La primera, la decisión radical nacional de encontrar la “pata peronista” en la provincia de Buenos Aires y llevar a sus aliados nacionales tras esa estrategia. La segunda, la de constituir un partido nacional en el socialismo.
No importó si Binner puede ser o no presidenciable en cuatro años. La apuesta fue diferenciarse claramente de su socio en la provincia. Mientras en Santa Fe somos parte de lo mismo, en la nación se priorizó no aliarse con ese “viejo” y “caduco” partido.
Dentro del Justicialismo la situación no fue muy distante en cuanto a las disputas. Ya la sanción de la boleta única había mostrado un claro “sálvese quien pueda” provincial dada la poca clara situación de las candidaturas a gobernador. Es más, el formato de votación por papeletas separadas (donde se minimizaba el “arrastre”) les permitió a los candidatos a diputados, senadores provinciales, intendentes, concejales desprender la decisión sobre su voto del de un candidato a la gobernación. Hagan lo que quieran “arriba”, pero “abajo” el voto debe ser para el candidato local.
La prescindencia discursiva (pero no práctica) de Reutemann en el escenario provincial terminó de armar el acto. Así los caciques locales pujaron por colocarse dentro de un paraguas peronista donde se hacía difícil ubicarse. Más aún cuando se comentaba que desde el propio gobierno nacional se hablaba que Rossi era un gran candidato a gobernador, pero no para Santa Fe. Otra hubiera sido tal vez la historia con elecciones nacionales y provinciales coincidentes, sobre todo con la pérdida de votos por parte del Frente Progresista respecto de las elecciones de 2007.
Ahora bien, al llegar la contienda nacional todos formaron fila tras el discurso de las autoridades nacionales.
Los que no quedaron dentro del justicialismo provincial oficial encontraron en el PRO la forma de dar cabida a sus especulaciones electorales. Sin Reutemann y sin una parte importante del peronismo provincial el candidato Del Sel no hubiera llegado a los guarismos a los que alcanzó. Como muestra alcanza la “desaparición” del PRO en el mapa electoral de las elecciones para diputados nacionales realizadas en el mes de octubre.
De esta manera todas las fuerzas provinciales demostraron dos fisonomías que les hicieron conveniente desdoblar las elecciones. Una de cara a la configuración política provincial. Otra respecto de la contienda nacional. El sistema de partidos en la provincia buscó preservarse frente a la lógica nacional.

Rosario, noviembre de 2011.

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