viernes, 29 de julio de 2016

Fragmentos de la nota en el Programa ABC Universidad sobre la construcción política de Cambiemos.


http://radio.unr.edu.ar/nota/1602/La-construccion-politica-de-Cambiemos

lunes, 25 de julio de 2016

Cambiemos. ¿Qué cuestión?

Colaboración con Mario Riorda sobre las modificaciones que ha conllevado Cambiemos en la política argentina

La palabra cambio encierra sus ambigüedades. Cuánto de nuevo y cuánto de viejo esconde la expresión. El concepto de cambio no nos explica con claridad los sucesos acaecidos en nuestro país luego de la instauración del nuevo gobierno, pues nos lleva a una idea de alternancia que oculta las continuidades, como también las rupturas, que se producen en nuestros días en el campo de las relaciones políticas.
En primer lugar, un poco más de la mitad de la ciudadanía se expresó en el mes de noviembre pasado a favor de cambiar el signo político de quien gobernaba. En los turnos electorales precedentes estos porcentajes habían sido significativamente menores. Tal vez los sucesos y denuncias posteriores nos oculten que en la decisión de los electores funcionó más la idea de terminación de un ciclo, de un modo de gobernar (Bobbio), que de oposición a muchas de las políticas con las que se referencia a esa experiencia.
Para comprender la idea de terminación de un ciclo lo podemos asemejar a aquella propuesta realizada por Albert Hirschman de entender los cambios en los comportamientos colectivos y en las preferencias como momentos en los que la decepción y la insatisfacción por lo existente se expresan.
No podemos olvidar que una de las constantes de la política argentina desde los años ‘90 fue (con pocas excepciones temporales) el otorgamiento de “superpoderes” al Poder Ejecutivo Nacional para el manejo de las partidas presupuestarias y la utilización de Decretos de Necesidad y Urgencia para gobernar (la Democracia Delegativa de O’Donnell aunque él la pensaba inicialmente sólo para experiencias neoliberales exitosas). El elemento de continuidad fue la permanente búsqueda de un ejercicio hiperpresidencialista justificado en el argumento de la gravedad de las crisis vividas.
Sin embargo, las características que asumió el reparto de poder luego de diciembre de 2015 entre el Congreso nacional y el Ejecutivo Nacional plantea un cambio en la manera de gobernar en el país que no necesariamente fue deseado por Cambiemos, sino que fue el producto de la manera de expresarse de la voluntad popular.
            Así, la democracia argentina tendrá como tarea explorar la construcción de  espacios en los que se alcancen acuerdos cooperativos comunes para erradicar paulatinamente el malestar que vive nuestra sociedad.
En segundo lugar se encuentra el impacto de Cambiemos sobre los partidos políticos, principalmente los tradicionales. Con mucha claridad, como ha sido señalado en diversos estudios, tanto el FPV como el PRO son los dos emergentes de la crisis de representación del 2001. Sin embargo los caminos por medio de los cuales se han relacionado con las anteriores fuerzas políticas nacionales han sido decididamente diferentes.
La construcción de Cambiemos implicó un trueque importante entre la UCR y el PRO, en la cual la primera dotaba de territorialidad a la alianza, mientras el segundo le daba un liderazgo con performance electoral y vínculos representativos renovados.
Sin embargo esta relación no estuvo exenta de casos particulares. Esto se debió a un cambio de estrategia dentro del PRO que se produjo hacia el año 2010. Hasta ese momento la fuerza había privilegiado el escenario local de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (como señalan Vommaro y Morresi). A partir de allí se comenzó a proyectar sobre otras provincias la búsqueda de captación de cuadros de las élítes conservadoras de cada distrito, de los partidos tradicionales (incorporaciones tanto del peronismo como del radicalismo), de algunas organizaciones no gubernamentales, del sector empresarial, deportivo, del mundo del espectáculo.
Como en todo proceso de construcción partidaria, las dirigencias ya existentes que estaban disponibles en cada distrito, más algún emergente particular por su conocimiento público, ha sido el modo de la presentación del PRO como “partido completamente nuevo”. A ello ha sumado una constante afirmación discursiva que buscó desprenderse de uno de los clivajes tradicionales de la ubicación partidaria: “no somos de izquierda ni de derecha” “queremos estar cerca de la gente”. La “gente”, no los ciudadanos. Sin embargo, esto no ha sido una particularidad sólo del PRO ya que esta misma afirmación sobre la ideología la realizaba el líder del Frente Renovador en el proceso electoral de 2015.
Son justamente estas alianzas provinciales preexistentes las que han tensionado la construcción de Cambiemos. En el ciclo electoral pasado en algunos distritos sólo la separación de los comicios provinciales, locales y nacionales permitieron una convivencia que será puesta a prueba en el próximo turno de votación (Santa Fe y Córdoba entre ellas). En otros distritos implicó la no presentación de partidos tradicionales de la alianza (el ejemplo es Entre Ríos) o produjo acuerdos más abarcadores con la inclusión del Frente Renovador (Jujuy como caso exitoso).
El tercer punto que deseamos destacar es que Cambiemos ha significado una transacción entre sus miembros respecto de la definición del rol del Estado y del rumbo económico. En esta transacción no pueden excluirse por su participación (explícita o no) a los actores económicos fundamentalmente empresariales como sindicales.
Esto se debe a que Cambiemos ha definido (no sin contradicciones) que el Estado debe tener un rol a ejercer y los conceptos de heterodoxia y desarrollismo forman parte de su vocabulario. Pretende que no sea el Estado de los años ’90, tampoco el de la última década, sin embargo las presiones para implantar políticas más ortodoxas son internas a la misma coalición y se incentivarán si se posponen los resultados esperados.
Así, el gabinete nacional expresa una amalgama de dirigentes partidarios de diversas extracciones, expertos en diferentes áreas y ex gerentes de empresas privadas (en muchos casos multinacionales). Sus posicionamientos ideológicos son divergentes ya que Cambiemos no se ha constituido a partir de una unidad en ese sentido, y plantean tensiones en las decisiones sobre el camino a seguir.
En estos tres elementos de tensión: un poder dividido que obliga a negociar; una construcción partidaria nacional inacabada en el PRO que puede contraponerse a la de sus propios socios; y un rol del Estado sin un consenso consolidado; se constituyen algunos de los desafíos de la política de Cambiemos para su futuro como fuerza electoral y gubernamental.



Rosario, 19 de julio de 2016.

jueves, 21 de julio de 2016

Si todo sale mal


“Qué pasaría, se pregunta Eno, si comenzáramos a vivir como si no hubiera un ‘largo plazo’, como si en lugar de sentirnos parados en el borde de un continente nuevo e inexplorado nos sintiéramos, en cambio, en un bote con gente de más, en aguas hostiles, con pasajeros peleando por mantenerse a bordo, y dispuestos a matarse por el agua y la comida que queda (…).
[L]os fenómenos humanos sociales y vinculares son mucho más difíciles de predecir que los tecnológicos. En Volver al futuro III, el director Robert Zemeckis se imaginó un porvenir a tres décadas (que se cumplieron en octubre pasado) lleno de autos y skates voladores, pero no hay allí personas del mismo sexo caminando por la calle de la mano. En 2001 Odisea del espacio, Slanley Kubrick pronosticaba en 1969 un futuro espacial a 32 años, pero todas las mujeres del film son asistentes, azafatas o secretarias: Kubrick no previó la revolución de género de los setenta.
Hoy, la discusión de la futurología puede graficarse sobre dos ejes, que forman cuatro cuadrantes. Uno de los ejes tiene que ver con el debate entre quienes hablan de una aceleración del cambio y progreso tecnológico (la singularidad) y quienes son más escépticos con esta hipótesis, al estilo Robert Gordon, el economista de Northwestern que asegura que los aportes a la economía de los descubrimientos de la Revolución Industrial fueron mucho más significativos -en términos relativos- que los de los avances tecnológicos actuales.
El otro eje tiene que ver con gradación entre optimismo y pesimismo. Los primeros, con los académicos de Singularity a la cabeza, prevén que los progresos y la innovación traerán una economía de la abundancia. Los pesimistas ven un porvenir mucho más distópico, con problemas serios de crecimiento, distribución del ingreso y empleo que serán el caldo de cultivo para el surgimiento de extremismos políticos, en un círculo vicioso”.
Fragmento de:http://www.lanacion.com.ar/1914639-para-empezar-el-dia-bien-arriba-y-si-todo-sigue-cada-vez-peor
Por Sebastián Campanario