V. Gastón Mutti
Director del CIPS
Profesor Titular UNR-UNER[1]
Aún
resuenan y se hacen presentes las palabras que aclamaban o denostaban el impeachment al que fue sometida Dilma
Rousseff en el mes de agosto en el Senado de Brasil. Un mecanismo que fue
introducido en el cuerpo constitucional de ese país para sancionar
transgresiones de naturaleza política, no necesariamente para actuar ante
delitos en el sentido estricto del término. Estamos frente a los “delitos de
responsabilidad”
Y
en esa característica se encuentra la particularidad de su utilización. Como es
sabido en El Federalista ♯65 se
consideraba que, dado el carácter elitista y contra mayoritario otorgado al
Senado desde los debates fundacionales (Gargarella, 1995, 80), este cuerpo
preservaría la necesaria imparcialidad en el juicio por su “sentido de
responsabilidad y el interés que ellos tendrán en una administración respetable
y próspera [que] les inspirarán una suficiente disposición a actuar”.
Sin embargo señalaba Hamilton, el 7 de marzo de
1788, que esos delitos: “Poseen una naturaleza que puede correctamente
denominarse POLÍTICA, ya
que se relaciona sobre todo con daños causados de manera inmediata a la sociedad.
Por esta razón, su persecución rara vez dejará de agitar las pasiones de toda
la comunidad, dividiéndola en partidos más o menos propicios o adversos al
acusado. En muchos casos se ligará con las facciones ya existentes, y pondrá en
juego todas sus animosidades, prejuicios, influencia e intereses de un lado o
de otro; y en esas ocasiones se correrá siempre un gran peligro de que la
decisión esté determinada por la fuerza comparativa de los partidos, en mayor
grado que por las pruebas efectivas de inocencia o culpabilidad” (Hamilton,
Madison, Jay, 1994, 277).
En otros términos, la dinámica de los hechos que
han acontecido en Brasil ya estaban previstos por quienes propusieron
inicialmente estos mecanismos.
Más de 150 han sido los pedidos de impeachment realizados desde 1985.
El primer presidente al que se le presentó fue José Sarney.
Sin embargo el primero al que el mecanismo obligó a renunciar antes de ser
enjuiciado fue Fernando Collor de Melo. Después de 1992, y hasta la actualidad,
los cuatro presidentes que ocuparon el cargo – Itamar Franco (PRN), Fernando
Henrique Cardoso (PSDB), Luis Inácio Lula da Silva (PT) y Dilma Rousseff (PT),
sufrieron también varios pedidos de juicio político. Se han contabilizado 50 realizados por el PT a todos los presidentes en
ejercicio entre 1990 y su triunfo en 2003.
Por parte de distintas fuerzas políticas 17
fueron iniciados contra Fernando Henrique Cardoso, 34 contra Lula y 67 contra
Dilma Rousseff (de ellos 34 en 2015).
La laxitud con que está previsto el mecanismo lo
transforma en la práctica en una forma de destitución
por censura parlamentaria lo cual pone en discusión la estructura misma del
presidencialismo, como también los criterios de representación popular
(Negretto, 2016, 7).
۞
Fue en este marco en que se llevaron adelante las
elecciones municipales del día domingo 2 de octubre en Brasil.
El PT sufrió su mayor derrota desde que alcanzó
el gobierno en 2003.
El
resultado de la primera vuelta lo muestra al PT como el décimo partido en
cantidad de prefecturas ya que alcanzó el triunfo en 256 y perdió 374. Cuatro
años atrás el partido había sido el tercero, alcanzando el triunfo en 630 (por
sus diferentes alianzas algunos cómputos consideran 642).
Sin
embargo, antes de las elecciones, en 108 de ellas, sus prefectos ya habían
abandonado el PT en los dos últimos dos años producto de la migración de estos
políticos a otras fuerzas que los resguardaran de la debacle que presentían.
El
desempeño fue peor en las grandes ciudades del país, ya que en los 54
municipios con más de doscientos mil electores sólo ganó en uno en primera
vuelta (la capital de Acre, Río Branco) y colocó siete candidatos en segunda
vuelta.
Los
resultados dejan al PT con 241 mil electores gobernados en los municipios más
grandes, los que pueden llegar a 3,3 millones si triunfa en todos los casos en
la segunda vuelta el 30 de octubre. En oposición en el año 2012 el electorado
gobernado directamente por sus prefectos pasaba los 15 millones.
La
derrota del PT también significó un golpe para la estrategia histórica de Luiz
Inácio Lula da Silva de imponer candidatos a las elecciones sin trayectoria en
el partido para disputar cargos importantes. Lula se proponía desparramar en el
país sus “postes” (en relación a candidatos “plantados” por él), como en su
momento lo hizo con Dilma Rousseff en la presidencia y Fernando Haddad en la
prefectura de San Pablo.
Esta estrategia
del ex presidente de mantener un control total sobre el partido y que todos
estuvieran vinculados a él, no era compartida por parte del propio PT que
discutía la forma en que definía los perfiles de los candidatos a los
principales cargos y la elección de los mismos principalmente entre sus ex
ministros acusados de tecnócratas con dificultad para actuar en el mundo de la
política.
En
las elecciones municipales, los partidos que se vieron beneficiados por las
derrotas del PT en esas prefecturas fueron el PSDB, PSD, PP, PDT, PR, DEM y PTB
que, comparativamente con las elecciones anteriores, alcanzaron el triunfo en
un mayor número.
El
gran ganador de los comicios en cantidades de votos fue el PSDB que venció en
791 municipios, 105 más que en 2012. Sin embargo su principal logró fue en San
Pablo dónde desplazó al PT por más del 50% de los votos. De esta forma la
administración de las grandes ciudades llega a 12,6 millones de personas bajo
su mandato y aguarda la segunda vuelta en otras ocho capitales y diez
municipios.
Por
su parte el PMDB no aprovechó la caída del PT, y aunque ganó el mayor número de
municipios (1027) sólo aumentó en 12 las prefecturas respecto de 2012. Mantuvo
un porcentaje de 18% de municipios y gobernará unas 14,8 millones de personas
bajo su mandato que podrán ampliarse con sus 12 participaciones en la segunda
vuelta electoral. Fue el partido que concurrió con el mayor número de candidatos a prefectos y
concejales. Lo hizo en 16 capitales estaduales.
La
cantidad de votos de cada partido podrán incrementarse sensiblemente para
aquellos que disputen la segunda vuelta, ya que de las diez ciudades más
grandes del país, ocho aún tienen que elegir a sus prefectos entre los dos
partidos más votados.
El
PSDB lo hará en Minas Gerais, Río Grande do Sul, Amazonas y Pará; el PT solamente
en Recife, PR y PSOL en dos, entre ellas Río de Janeiro, y el PMDB sólo en una
Río Grande do Sul.
Otro
perdedor relativo de la primera vuelta es el PSB que, en los municipios de más
de 200 mil habitantes sólo logró un triunfo (Campinas). Deberá demostrar que puede
mantener su presencia con su participación en la disputa de nueve municipios en
segundo turno, aunque ya no llegará a sus 11 prefecturas en grandes ciudades
como en 2012. No obstante, si el mejor de los escenarios se da para el PSD,
perderá cerca de 2,1 millones de
electores gobernados de los 7,7 millones que tenía
۞
Dos
escenarios se están reconfigurado en Brasil. Por un lado el de sus
instituciones políticas y constitucionales. Sus órganos ejecutivos y
legislativos deberán construir un nuevo balance que permita saldar el
desacuerdo entre las instituciones formales y su práctica, entre la legalidad y
la legitimidad de los actos de gobierno. Un límite importante a esto lo coloca
el mismo fragmentado y desnacionalizado sistema
de partidos brasileño.
Por
otra parte, los últimos comicios han actuado como un indicador de la
consideración ciudadana de las diferentes fuerzas políticas. El hasta hace poco
partido mayoritario cede su lugar a otras fuerzas que disputarán su lugar en las
elecciones presidenciales de 2018.
Esto
produce un mayor nivel de tensión en la política brasileña dado que en períodos
preelectorales los consensos son muy poco probables y la diferenciación parece
ocupar el centro de la escena.
Rosario, 11 de octubre de 2016.
Bibliografía:
Gargarella, R., Nos los representantes.
Crítica a los fundamentos del sistema representativo, Miño y Dávila Ed.,
Buenos Aires, 1995.
Hamilton, A., Madison, J., Jay, J., El
Federalista, F.C.E., México, 1994.
Negretto, G., “Destitución: ¿castigo penal o
político?”, en La Nación, 19/9/16, http://www.lanacion.com.ar/1938137-destitucion-castigo-penal-o-politico
[1] Por contactos gmutti@unr.edu.ar, www.gastonmutti.blogspot.com.ar y www.formasdelapolitica.wordpress.com . Agradezco los comentarios
realizados por Cintia Pinillos y Diego Gantus ambos profesores de la UNR- UNER.
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